- El agua comenzará a faltar en las casas por extinción del glaciar y manantiales: Rodríguez Demeneghi
- Incendios forestales arrasan con la poca vida silvestre que le queda al Parque Nacional Pico de Orizaba
Fotos cortesía de: https://salvemosalpicodeorizaba.org/
Orizaba, Ver.- El Pico de Orizaba está sentenciado: su último glaciar, El Jamapa está casi extinguido y pese a que millones de personas dependemos de su vital líquido muy pocos hacen algo por detener la depredación. Tala ilegal sin freno, calentamiento global, nula reforestación y sin vigilancia alguna el Pico de Orizaba muere cada día con cada árbol derribado.
“Al glaciar Jamapa le queda sólo el 45 por ciento de su hielo y la hora cero llegará en el año 2030 en que dejará de existir y por lo tanto, de producir el vital líquido que sostiene la vida en decenas de municipios de la zona centro de Veracruz”.
Habla Ricardo Rodríguez Demeneghi quien lleva décadas defendiendo el Pico de Orizaba, al parque nacional que se supone debería ser una reserva ecológica protegida y lo que queda de su último glaciar.
Advierte que este año muchos municipios padecerán severa escasez de agua debido a que cerca de 200 días no tendremos el líquido.
“Es producto de la intensa sequía y de que los manantiales disminuyeron su caudal”.
“Se juntan varios factores, entre ellos el cambio climático, el efecto de “La Niña” que impacta directamente al Pico de Orizaba, a sus glaciares y a su cobertura forestal”.
Rodríguez Demeneghi externa que “a consecuencia de todo esto van seis años que no se tiene una nevada en la temporada invernal. Se han tenido pequeñas nevadas, pero durante la temporada de lluvias y cuando nos impactan ciclones. En temporada de invierno ya cumplimos 6 años sin nevadas”.
Alerta que lo más grave es la tala clandestina sin freno que se realiza en el parque nacional Pico de Orizaba.
“Todos los días se siguen comercializando los bosques prohibidos del Parque Nacional y bajan del volcán los camiones cargados de madera todos los días”.
“No hay vigilancia alguna. Estamos con una promesa desde hace años, pero nunca llegaron ni los elementos de la Gendarmería ni los de la Guardia Nacional”.
“Tiene que ser la participación ciudadana la que debe moverse, la que debe hacer la presión social porque el calentamiento global que estamos sufriendo todos es causa de que en nuestras casas no tengamos agua permanente y apenas estamos empezando el año”.
No hay vigilancia alguna y debe llevarse a cabo no de forma esporádica sino permanentemente.
“De nada sirve que las autoridades digan que van a ir mañana a las 10 a hacer un recorrido si no encontrarán a nadie”.
“Debe ser un proceso de vigilancia permanente en las entradas y salidas”, demanda.
“Debe haber vigilancia permanente en las 26 entradas y salidas que tiene el Pico de Orizaba por diversos lados. Sería muy fácil controlar eso con el respaldo de las autoridades federales”.
Califica de casi nulas las acciones de reforestación en el parque nacional.
“El gobierno federal redujo presupuestos y todo se realiza en menor escala en lo que a reforestación se refiere y por parte de la sociedad civil también se acabaron los recursos”.
“No hay dinero para llevar a cabo la siembra de arbolitos y esto urge realizarlo antes de los próximos siete años”.
“Se necesitan sembrar 20 millones de arbolitos y los arbolitos necesitan 20 años para crecer así es que imagínate el atraso tan grave que existe en reforestación y en las acciones para mitigar el daño al Pico de Orizaba”.
Analiza que si se lograran emprender campañas intensas de reforestación solo serviría ´para detener un poco la extinción del único glaciar mas no para que los demás vuelvan a formarse.
“El agua se volverá más valiosa que la gasolina. Muchos pueblos que dependen del agua del Pico de Orizaba van a desaparecer y la gente tendrá que emigrar a otros lugares”.
En algunas comunidades de las faldas del Pico de Orizaba que antes recibían agua de los arroyos que bajaban del volcán la vida ha cambiado.
Los arroyos se secaron y ahora deben ir a otros pueblos a comprar el agua que deben transportar hasta sus hogares que anteriormente la recibían de los arroyos y pura.
Muchos ya emprendieron la emigración a zonas urbanas ante lo difícil que es sobrevivir en las faldas del Pico sin agricultura, sin trabajo y ahora sin agua.